La Redacción
Santo Domingo
En el municipio Hato Mayor del Rey, una pequeña tienda con el nombre D’Ignolia Variedades se ha convertido en punto de referencia para vecinas, maestras y madres del sector que buscan ropa, accesorios o piezas de bisutería artesanal.
Detrás del mostrador está Ignolia Mota Santos, una mujer de 33 años que encontró en el emprendimiento una manera de sostener a su familia y transformar su vida. Ignolia nació el 10 de noviembre de 1993 en una familia de escasos recursos. Desde joven entendió que si quería salir adelante debía hacerlo con esfuerzo propio. Durante años trabajó vendiendo números de lotería en una banca, anotaba sus cuentas en una libreta y manejaba ingresos mínimos. Pero con el paso del tiempo comenzó a inquietarse por el futuro. “Sentía que debía hacer algo más, que tenía que buscar una forma de avanzar”, recuerda.
Su idea de negocio surgió de una habilidad que tenía desde niña: crear cosas con sus manos. Siempre le habían gustado las manualidades y la bisutería, y de vez en cuando elaboraba aretes o pulseras para regalar a amigas. Un día decidió convertir esa afición en fuente de ingresos. Con los pocos materiales que tenía, fabricó sus primeras piezas y comenzó a ofrecerlas entre sus vecinas. La respuesta fue positiva y los pedidos no tardaron en llegar.
Poco después, amplió la oferta incorporando ropa y artículos del hogar, aprovechó que muchas clientas preferían comprarle a ella por la confianza que transmitía y la cercanía del trato. “Mis clientas son sobre todo mujeres trabajadoras, maestras, madres del barrio. Vienen porque saben que les busco lo que necesitan y les doy facilidades de pago”, comenta. Así, de manera gradual, su pequeño negocio comenzó a tomar forma hasta consolidarse como D’Ignolia Variedades.
Sin embargo, los primeros meses no fueron fáciles. Ignolia no tenía experiencia en manejo de finanzas, y aunque vendía bien, no lograba organizar sus ingresos ni separar el dinero del negocio del gasto familiar.
Tampoco contaba con un espacio fijo: operaba desde su casa, con la mercancía guardada en cajas, lo que limitaba las ventas. Fue en ese contexto cuando escuchó hablar del proyecto SuperEmprendedoras, parte del programa Supérate, enfocado en apoyar a mujeres con deseos de iniciar o fortalecer pequeños negocios. Llegó al primer taller con más dudas que certezas. Aún trabajaba en la banca de lotería y llevaba en las manos el verifón con el que cobraba los números del día. Pero aquel encuentro le mostró que tenía más capacidad de la que creía. En el curso de autogestión aprendió que podía emprender con los recursos disponibles y que el orden financiero era clave para crecer. “Me di cuenta de que podía empezar con lo que ya tenía. No era cuestión de dinero, sino de organización”, cuenta.
Los talleres posteriores de educación financiera le enseñaron a registrar sus ingresos, planificar gastos y ahorrar. Con el tiempo, logró separar el dinero del negocio, reinvertir parte de las ganancias y establecer un fondo de emergencia. “Antes todo era un desorden, pero ahora sé en qué invierto cada peso”, explica.
Una de las pruebas más difíciles que enfrentó fue cuando fuertes lluvias inundaron su local y perdió parte de su mercancía. Fue un golpe económico y emocional, pero no se detuvo. “Lloré, sí, pero después me levanté. Tenía que hacerlo. Aprendí que cuando una cae, lo importante es volver a empezar”, dice mientras acomoda algunas blusas en los estantes.

Grano a grano, pero disciplinada
Su negocio creció poco a poco hasta convertirse en su principal fuente de ingresos. Hoy, D’Ignolia Variedades funciona como un pequeño establecimiento con clientas habituales que confían en la calidad de sus productos y en su seriedad. Además, Ignolia ha logrado generar ingresos estables que le permiten cubrir las necesidades de su hogar y continuar invirtiendo en nuevas mercancías.
Reconoce que su participación en SuperEmprendedoras fue decisiva, no solo por los conocimientos técnicos, sino por el cambio de mentalidad que le produjo. “Antes me faltaba confianza, no creía que pudiera tener un negocio formal. En los talleres aprendí a valorarme, a ver que sí puedo”, afirma. También destaca la importancia de la red de apoyo creada entre mujeres del programa: “Nos motivamos unas a otras, compartimos ideas, y eso me ha ayudado mucho”.
El programa Supérate, a través del cual se desarrolla SuperEmprendedoras, busca fortalecer la autonomía económica de las familias más vulnerables de la República Dominicana. Ofrece acompañamiento, capacitación y acceso a oportunidades productivas, especialmente a mujeres que, como Ignolia, desean emprender desde sus comunidades.
Hoy, con más estabilidad y visión, Ignolia planifica nuevos pasos. Sueña con ampliar su local y ofrecer más productos, e incluso generar empleos para otras mujeres de su entorno.














