Por Alberto Quezada
La tragedia ocurrida en el Jet Set marcó un momento doloroso en la historia reciente de la República Dominicana, y como tal, fue cubierta por diversos medios de comunicación nacionales e internacionales.
El rol de los medios de comunicación en situaciones de crisis es esencial, ya que su capacidad para informar y contextualizar los hechos tiene un impacto directo en la manera en que la sociedad procesa y reacciona ante la tragedia.
Sin embargo, la cobertura mediática de eventos tan sensibles también puede ser problemática, especialmente cuando los principios éticos y la responsabilidad social se ven comprometidos en aras de la inmediatez. el sensacionalismo y los intereses.
En este análisis, se revisará el comportamiento de los medios dominicanos ante la tragedia del Jet Set, evaluando su cobertura, tono informativo, y las repercusiones sociales que esta generó.
La cobertura de la tragedia del Jet Set revela una vez más el delicado equilibrio entre el deber de informar y la necesidad de mantener un enfoque ético y respetuoso en el tratamiento de eventos tan sensibles.
Si bien es innegable que los medios jugaron un rol crucial en mantener informada a la sociedad, también se hizo evidente la necesidad de un enfoque más riguroso y ético en la gestión de las tragedias.
Los medios deben ser conscientes de su poder para influir en la percepción pública y en la reacción social, y en tiempos de crisis, deben actuar con la responsabilidad de proteger tanto la verdad como la dignidad humana.
La defensa de intereses corporativos mediáticos, el sensacionalismo y la búsqueda de audiencia no deben prevalecer sobre la empatía y el respeto hacia las víctimas y sus familias.
De manera que, este referido análisis plantea un desafío para los medios de comunicación dominicanos en la dirección de reflexionar sobre cómo equilibrar la inmediatez de la información con la ética y el compromiso social, a fin de evitar caer en el mismo patrón de explotación sensacionalista, interesado, parcializado y segado en el futuro.
El autor es periodista y magíster en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo.
