Manuel Campo VIdal
Madrid, España
Cuando en octubre de 1983 los Estados Unidos invadieron la isla-nación de Granada (en el Atlántico) para abortar su deriva cubana, el telediario de la entonces Unión Soviética presentó la noticia con una foto en pantalla de la Alhambra granadina. Participamos -lo confieso- en un cierto pitorreo informativo mundial a costa del camarada documentalista que se fue al archivo y pilló la primera carpeta de fotos titulada “Granada”. La primera, o la única.
Esta vez no hubo error. Los telediarios europeos se han recreado en la belleza de la joya árabe que la inmensa mayoría descubría. Diez siglos después de iniciar su construcción, la Alhambra ha sido centro de peregrinación del poder europeo que ha tomado importantes decisiones sobre emigración y la próxima ampliación de la Unión. La elección del sitio recuerda la cena en el Museo del Prado de los mandatarios de la OTAN, en junio de 2022. “Gracias por habernos traído a este increíble lugar, Pedro”, afirmó Úrsula Von der Leyen después de haber recorrido el itinerario en la Alhambra de Carlos V, que tanto hizo en la construcción europea.
Quién selecciona esos escenarios de ensueño, y quienes organizan los eventos con tanta calidad y precisión, merecen un reconocimiento que cierta prensa nacional ha regateado. Cuando a España le va muy bien, hay quien sufre, desde el convencimiento de que solo el “cuanto peor, mejor” es el atajo hacia un gobierno de derecha sin contemplaciones, o a la secesión unilateral de territorios, como Cataluña o el País Vasco.
En Granada todo salió a la perfección. España ganó muchos puntos internacionalmente. La pena para la extrema derecha es que Pedro Sánchez y el rey Felipe VI, al que han incorporado en sus cánticos vejatorios, también. Su “delito” es haber encargado al socialista que forme Gobierno tras no haberlo logrado el conservador Núñez Feijoo. Veremos si lo consigue, porque el avispero parlamentario está muy revuelto y agresivo.
Por lo menos, frente a nuestra incapacidad manifiesta para formar nuevos gobiernos sin agonías, acreditamos solvencia organizativa de élite. Y la concesión del Mundial de Fútbol 2030 – compartido con Portugal, Marruecos, más algunos partidos en Uruguay- lo confirma.
Pero hay más. Aunque apenas se publique, España es aliado de confianza de los Estados Unidos en el intento de recomponer el nuevo orden internacional que surge tras la irrupción asiática desafiante.
Pongamos el caso de los semiconductores cuya escasez paralizó fábricas de coches, teléfonos, tablets o lavadoras tras el Covid. “Un solo país no puede hacerlo todo, por lo que hay que construir una cadena global de cooperación”, afirma Frances Chang portavoz de la Comisión USA para los semiconductores. En esa cadena global, España es un eslabón muy importante “por el talento disponible y por el ecosistema de innovación tecnológica que existe, aunque apenas se destaque ”, afirma Andreu Vilamitjana, Ceo de Cisco para España y Portugal.
Vilamitjana fue clave en la decisión de crear el Silicon One Barcelona, un centro de diseño de chips que permite reducir su consumo en un 96 por ciento. Su propuesta fue la elegida y su Ceo mundial y Pedro Sánchez firmaron el acuerdo en noviembre de 2022.
En declaraciones en el Foro Next Educación-Universidad Isabel I, el directivo de Cisco fijó en 124.000 los técnicos que faltan para el desarrollo pleno de la industria tecnológica española. Dramático. Curioso país este con tantas posibilidades y tanto desempleo: faltan desde camareros y albañiles hasta especialistas tecnológicos. Formación adecuada y menos burocracia deben resolverlo.