Altagracia Suriel
Reflexionando en el mes de la Biblia sobre la relevancia de la palabra del Señor, nos inspira la convicción de que uno de sus frutos principales es la vida en todas sus expresiones.
Por la Palabra de Dios fueron creadas todas las cosas y su fuerza sigue moviendo la existencia. Su palabra devuelve la vista a los ciegos, echa demonios y resucita muertos. Si creemos en ella veremos la gloria de Dios.
La palabra devuelve la vista:
Por la palabra de Jesús, y por persistencia en sus palabras de petición de compasión, el ciego de Bartimeo recobró la vista. Algunos están discapacitados visualmente pero otros muchas veces estamos ciegos por ceguera espiritual. Cuando nos encontramos en penumbras por las sombras que cargamos, la palabra de Dios nos abre los ojos y vuelve luz nuestras oscuridades. Por la palabra de Jesús, podemos ver claro y caminar confiados.
La palabra echa demonios:
La palabra de Dios nos libera de los demonios que obstaculizan nuestras bendiciones y la realización de nuestra misión. Cuando hablan en nuestro ser la ira, la soberbia, la arrogancia y la tristeza pretendiendo poseernos, Jesús, nos dice que él también hoy puede librarnos del mal y acallar sus voces.
Nos lo recuerda Lucas 4:41: “También de muchos salían demonios, gritando y diciendo: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero, reprendiéndolos, no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo”.
La palabra resucita muertos:
Por el poder de Jesús y su palabra resucitó Lázaro después de varios días de muerto pese al hedor de su cuerpo descompuesto. Cuando estamos muertos en vida, putrefactos por el pecado, Jesús también nos llama por nuestro nombre y nos dice: “¡Levántate!” Por su palabra estamos vivos y glorificados en él que es nuestra esperanza.