De Listín Diario
Santo Domingo
Casi un año ha pasado desde que se produjo el traspaso de mando del Poder Ejecutivo, marcando el fin de la administración encabezada por Danilo Medina, y el resto del Partido de la Liberación Dominicana (PLD).
Ese mismo día comenzó el “gobierno del cambio” de Luis Abinader, representando el fin a 16 años de gobierno seguidos de los morados y a un estilo muy particular de sus dos presidentes: el silencio.
Durante sus ocho años de gobierno, el expresidente Danilo Medina se caracterizó por mantener el silencio frente a casi todas las situaciones que enfrentó, exceptuando en actividades protocolares en las que estaba programada su intervención.
Como ejemplo de lo anterior está el caso de las supuestas aspiraciones reeleccionistas de Medina, rumores que dominaron gran parte de su segundo mandato, y que tuvieron que ser respondidos por miembros de su gabinete y por miembros de alto perfil de su partido, nunca por el propio presidente.
No fue sino hasta el 22 de julio del 2019 cuando el exmandatario Medina anunció que no buscaría un tercer periodo presidencial.
Pero incluso esto fue de hecho prácticamente en el último momento posible, tomando en cuenta que faltaban escasos meses para las elecciones primarias del PLD, y que el entonces secretario de estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, adelantó la decisión de Danilo tras sostener una conversación telefónica con el exmandatario sobre la importancia de respetar las “instituciones democráticas, el Estado de Derecho y la Constitución”, especialmente previo a los comicios del 2020.
Por la misma línea de silencio se puede mencionar al expresidente Leonel Fernández, que gobernó entre 2004 y 2012 el país. Su estilo, aunque más formal que el de Medina, encuentra similitud en las pocas ocasiones en las que el entonces presidente respondía preguntas de la prensa o abordaba temas nacionales.
Al otro extremo está Abinader, un presidente que en ocasiones ha lucido como el vocero principal de su propia administración, realizando personalmente los anuncios gubernamentales, cuando Medina se apoyaba más en el exdirector de Comunicaciones de la Presidencia, Roberto Rodríguez Marchena, y el exministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo.
Redes sociales
Uno de los aspectos distintivos del gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) es el uso que le han dado los servidores públicos del actual Gobierno a las redes sociales.
Y no es que los exfuncionarios no usaban esta herramienta, sino es que se ha registrado un aumento en el uso de las redes por parte de las autoridades, en especial en la Presidencia.
Abinader, siguiendo hasta cierto punto la tendencia de figuras políticas como Donald Trump y Nayib Bukele (los asesores del salvadoreño son los mismos del dominicano), abrazó de lleno las redes sociales, en especial Twitter, usándola para hacer anuncios gubernamentales oficiales y comentar sobre temas actuales. Incluso hasta para adelantar los funcionarios que integrarían su tren gubernamental.
En contraste, Medina no ha tuiteado nada desde septiembre del 2020, y solo lo hizo al menos 20 ocasiones durante sus últimos seis meses al frente del Estado dominicano.
Para comparar, Abinader colgó la mitad de esa cantidad durante los primeros cinco días de este mes.
Las alocuciones
Otra de las diferencias entre los últimos dos presidentes dominicanos han sido las alocuciones, y el contenido de las mismas.
Mientras que los discursos televisados de Medina, salvo los realizados para rendirle cuentas al país, se enfocaban en un tema específico, con los últimos siendo centralizados en las medidas para contener el Covid-19.
En cambio, los de Abinader funcionaban como una especie de rendición de cuentas permanente en miniatura, a pesar de que su discurso estaba pautado a responder a una sola problemática.
En esas transmisiones, el presidente de turno suele abarcar una gran variedad de temas, tocando los logros que obtuvo y prometiendo más obras al pueblo dominicano.
Flexibilidad
Asimismo, la facilidad y frecuencia con que este Gobierno recula algunas posiciones, mandatos y proyectos son características de la gestión de Abinader, contrario a la percepción que existía en parte de la población sobre lo inflexible que eran los lineamientos que venían desde el Palacio Nacional.
Tal fue el caso del anteproyecto del Presupuesto General para este año.
El primer anuncio que se hizo sobre esta pieza se llevó a cabo a principios de octubre del 2020, que se incluía varias medidas que tuvieron muy baja aceptación en la población como impuestos a servicios digitales ofrecidos por empresas extranjeras, y al doble sueldo para aquellos salarios que apliquen.
Posteriormente Abinader aseguró que los mencionados impuestos serían aplicados de forma transitoria durante 2021, dejando abierta la posibilidad de conversar con la sociedad dominicana sobre la propuesta, y de eliminar lo que entendían que debía ser removido.
Una semana después anunció que retiraría esta propuesta tributaria, afirmando que llegaron a un acuerdo con el sector financiero y la empresa minera Barrick Gold para disponer de “los recursos equivalentes a las nuevas medidas impositivas propuestas en el proyecto de ley de presupuestos”.
El anteproyecto fue finalmente aprobado en el Senado por un monto un billón 94 mil 808 millones 402 mil 391 pesos, creando un déficit financiero para el Gobierno Central de 143 mil 013 millones 972 mil 047 pesos.
También está la decisión de revocar los contratos de 100 millones de pesos entregados a artistas por el Gabinete de Coordinación de Políticas Sociales (GCPS), una acción que recibió repudio de manera generalizada.
Las críticas inundaron las redes sociales tras el anuncio del apoyo económico brindado a músicos, a fin de paliar la crisis que enfrentó ese sector durante el periodo de confinamiento, causado por la pandemia del coronavirus.
A cambio, los artistas agraciados acordaron realizar presentaciones musicales para la ciudadanía, a través de plataformas digitales y televisión.
Cuatro días después el coordinador de Políticas Sociales, José Francisco “Tony” Peña Guaba, manifestó que debido a irregularidades descubiertas por la Dirección General de Contrataciones Públicas (DGCP) rescindiría los contratos que ese gabinete había suscrito con el grupo de 70 intérpretes.
Las quejas de la población se incrementaron aún más cuando Peña Guaba anunció que el dinero pasó a ser una especie de donación o apoyo solidario a los artistas, siguiendo las recomendaciones del director de la DGCP, Carlos Pimentel.