Y ahora es la efigie del mandatario francés la que está siendo quemada en furiosas protestas a lo largo y ancho del mundo islámico, donde se le ha dibujado como un demonio y acusado de adorar a Satanás.
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Con las tensiones en alza, las autoridades francesas les pidieron a sus ciudadanos en varios países islámicos actuar con cautela y mantenerse vigilantes.
Y el alcalde de Niza, Christian Erosi, pareció sugerir una vinculación entre ese descontento y el asesinato de dos personas en la catedral de esa ciudad francesa este jueves.
«Confirmo que todo deja suponer un atentado terrorista en el seno de la basílica Nuestra Señora de Niza», escribió por Twitter poco después del incidente.